Raúl Alfonsín: un estadista impulsor de la democracia

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Raúl Alfonsín. (Fuente: Roosewelt Pinheiro, Agencia de Noticias Brazil, http://www.wikimedia.org)

Una vida para el país

Raúl Ricardo Alfonsín (ése fue su hombre completo) tuvo una vida dedicada a la política, militando desde joven en la Unión Cívica Radical; había nacido en Chascomús el 12 de marzo de 1927, siendo el primer hijo de Ana María Foulkes y Serafín Raúl Alfonsín.
En esa ciudad bonaerense cursó sus estudios primarios, ingresando después al Liceo Militar General San Martín, donde cursó la educación media recibiendo la instrucción que allí se brinda.
Pasado el tiempo se reencontraría con varios de sus entonces camaradas de armas y estudio, en una situación impensada cuando eran alumnos y ninguno esperaba que fuera elegido presidente para suceder al Proceso de Reorganización Nacional, de triste memoria para los argentinos.
Esa educación le permitió comprender que así como algunos militares tenían mentalidad dictatorial, otros –la mayoría- respetaban las leyes y la Constitución. Así logró integrar a las Fuerzas Armadas en el proceso democrático, tarea difícil, durante la cual debió enfrentar la rebelión de Semana Santa liderada entre otros por Aldo Rico.
Su carrera política tiene como inspiradores a Ricardo Balbín, Crisólogo Larralde y Moisés Lebensohn, participando en el Movimiento de Intransigencia y Renovación, una línea interna de la Unión Cívica Radical.
En 1951 obtuvo el mandato de vocal en el Comité de su ciudad natal y en los comicios municipales de 1954 una banca como Concejal.
Más tarde, con otro sector interno, enfrentaría a Balbín por la conducción partidaria, hasta que finalmente sería candidato presidencial por la UCR en octubre de 1983. Pasaron los años pero el enfrentamiento político no disminuyó el respeto de Alfonsín hacia su adversario.
En 1955 estuvo preso, obteniendo más tarde la presidencia del Comité de la UCR de Chascomús, localidad de la provincia de Buenos Aires, y dos años más tarde fue convencional provincial de la UCR.
En 1958 fue electo diputado provincial. En 1963, bajo la presidencia de Arturo Illia, llegó al Congreso de la Nación y fue distinguido por sus correligionarios con la vicepresidencia del bloque, permaneciendo en ella hasta el golpe militar encabezado por Juan Carlos Onganía el 28 de junio de 1966.
La opresión no pudo hacer callar la voz de Alfonsín, que varias veces fue demorado por la Policía debido a que había organizado reuniones políticas, lo cual estaba expresamente prohibido.
Como escritor y periodista también supo hacerse oír, en este caso a través de la palabra escrita. Eran conocidas sus columnas sobre temas sociales y políticos con el seudónimo de Alfonso Carrido Lura.
En una de ellas, publicada en la revista Inédito el 8 de noviembre de 1967, un año y medio después del golpe militar encabezado por Onganía, escribió:

“»Ha de advertirse que no se trata simplemente de derechos políticos. La totalidad de los derechos humanos está seriamente amenazada. No se limita el régimen –no podría hacerlo aunque quisiera– a ejercer una coacción arbitraria que limita la libertad de cada uno en el campo político. Por el contrario, atenta contra la posibilidad de liberación del pueblo, contra la esperanza de concretar derechos que a veces sólo se declaman, contra la decisión de conquistar un mundo nuevo en el que la igualdad sea algo más que la cola de la urna”.
Durante la última dictadura militar en Argentina, iniciada el 24 de marzo de 1976 y a la que le tocó suceder como primer presidente de la nueva etapa democrática, desarrolló una intensa actividad en defensa de quienes sufrían atropellos.
Fue cofundador de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y en ese carácter, sin temor a las consecuencias, firmó habeas corpus por muchos detenidos-desaparecidos.
Como escritor, en esos años publicó los libros “La Cuestión Argentina”, “Ahora, mi propuesta política” y “Qué es el radicalismo”.
El 30 de octubre de 1983 ganó las elecciones a Presidente de la Nación con 7.725.173 votos, el 51,74 por ciento del total, contra el 40,15 por ciento que obtuvo su contendiente peronista, Italo Argentino Luder.

Un Presidente de la democracia

El 10 de diciembre de ese año asumió la Primera Magistratura. Una de sus primeras medidas, ya adelantadas en la campaña electoral, fue disponer el procesamiento de los integrantes de las juntas militares que se sucedieron en el poder a partir del 24 de marzo de 1976.

Creó la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep), que presentó su informe “Nunca Más” denunciando la supresión de miles de vidas humanas a través de un plan sistemático y la existencia de centros clandestinos de detención con conocimiento de las autoridades militares y de gobierno. Este material documental, traducido a más de quince idiomas y publicado como libro, fue una prueba fundamental para condenar a quienes habían impulsado este crimen contra la humanidad.
También buscó la paz con Chile, resolviendo el conflicto pendiente por la limitación de frontera y posesión de islas en el Canal de Beagle, a través de un plebiscito en el que obtuvo una fuerte mayoría.
Tuvo muchos logros en su gestión, como la puesta en marcha del Plan Nacional de Alfabetización, premiado por la UNESCO, y el Plan Alimentario Nacional, que fuera ejemplo seguido por varios países de América latina.
Lanzó el Plan Austral para combatir la inflación, pero fuerzas políticas golpistas, agazapadas en la sombra, efectuaron un golpe de Estado para impedirle completar su mandato.
Este atentado contra la autoridad presidencial se repetiría años más tarde, a fines de 2001, contra el primer mandatario Fernando de la Rúa, mostrando la intolerancia contra gobiernos legítimos alentada por caudillos clientelistas.
Este espíritu golpista ya se había manifestado en enero de 1989, cuando un grupo de iluminados asaltó el cuartel de La Tablada pretendiendo ser representantes de un pueblo que no los había elegido ni los conocía, con un saldo de muertos y heridos que golpeó a la democracia.
Más adelante, Raúl Alfonsín fue convencional en la Reforma Constitucional de 1994 y después senador de la Nación.
Su palabra orientadora siguió siendo ejemplo de las nuevas generaciones; a través de ella buscó la armonía y la unidad de los argentinos, lo cual no le impidió hacerse escuchar cuando denunció abusos autoritarios.
Durante el mandato presidencial de Cristina Fernández de Kirchner, en octubre de 2008, fue agasajado en la Casa de Gobierno Rosada al cumplirse 25 años del retorno de la democracia a la Argentina, acto en el cual, además, se inauguró un busto con su figura en la galería que recuerda a los expresidentes de la Nación, ocasión en la que afirmó: “Los hombres pasan o fracasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva la vida democrática”, dijo el ex mandatario en su disertación, siendo el primer exmandatario que recibiera este homenaje en vida.

El legado de Alfonsín

Raúl Alfonsín falleció el 31 de marzo de 2009, siendo despedido por un pueblo que le mostró su agradecimiento por la obra realizada y el ejemplo de su vida, que muchos dirigentes deberían seguir. Gobernó con honestidad y pasión por la Constitución y el Derecho.
Este presidente es el padre de la democracia recuperada, dejando a los argentinos un país regido por la ley y la Constitución. Cumplir las normas del respeto ciudadano, confiando en las instituciones para avanzar hacia una Nación mejor y resolver los problemas grandes o pequeños que puedan plantearse en la sociedad será el mejor homenaje a su digna memoria. Alberto Auné

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