Diálogo gobierno-oposición: un paso necesario para la democracia en Argentina

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La autoridad debe ser ejercida escuchando al gobernado.

La urgencia de la búsqueda de puntos en común entre quienes gobiernan y la ciudadanía es imprescindible para encontrar coincidencias por el bien de la Nación.

 


1. Una historia de idas y venidas
 
La historia de la Argentina nos habla de encuentros y desencuentros, de logros y frustraciones; sin embargo, muchos hechos positivos para el país fueron posibles gracias a que quienes habían sido contendientes en una campaña electoral, una vez concluida ésta se estrecharon la mano prometiendo trabajar juntos para la grandeza de la Nación.
Recordemos al respecto el encuentro después de la elección presidencial del 30 de octubre de 1983 entre el ganador Raúl Alfonsín y el perdedor Italo Luder. Del diálogo de ambos surgieron bases de acuerdos que permitieron que la naciente democracia se consolidara en el tiempo.
2. La cartera política, llave del diálogo
 
Un instrumento para este diálogo fue en la historia del país el Ministerio del Interior. Desde la cartera política, quien estaba a su cargo hablaba con dirigentes de partidos que no ejercían el poder, escuchando apoyos y críticas.
Al hacerlo de manera orgánica, quienes tenían algo que señalar al Poder Ejecutivo sobre hechos concretos contaban con la certeza -en un pacto de caballeros que hoy parece una utopía lejana- de que al menos sus objeciones se encausarían en un ámbito correcto y sobre todo discreto: decir las cosas a quien se deben decir, con corrección pero con firmeza, evitando hacer públicos algunos puntos que podían dividir a la ciudadanía o crear rencores no deseados.
3. Un cargo exigente
 
Por eso nunca fue fácil la elección del ministro del Interior. Debía ser del mismo partido que el del Presidente, pero saber tender un puente de plata a los dirigentes y legisladores que no pertenecían a él. Así a lo largo de las décadas fue posible encontrar coincidencias que llevaron, por ejemplo, a la aprobación de reformas y leyes imprescindibles para la Nación.
Sería largo recordar a todos quienes ejercieron ese cargo; empero, podemos nombrar a algunos entre tantos que mostraron durante su gestión que el diálogo es posible y necesario.
En los momentos difíciles de 1989, cuando la crisis arreciaba en el gobierno de Alfonsín, el radical Juan Carlos Pugliese tuvo la difícil tarea de hablar desde ese cargo con autoridades de otros partidos. Así, la transición se hizo más fácil a pesar de los graves problemas por los que pasaba el país.
En 1972 el gobierno militar de facto, sucesor en la autodenominada Revolución Argentina del que había derrocado a Arturo Illia, reconoce su fracaso y para buscar un diálogo con los partidos designa en el cargo a un radical, Arturo Mor Roig, buscando organizar la salida política que culminaría con el triunfo electoral el 11 de marzo de 1973 de la formula Héctor Cámpora – Vicente Solano Lima.
Mor Roig fue un artífice de esa salida, dialogando con los partidos que se habían organizado en la llamada Hora del Pueblo. Disponía para organizar este diálogo de fondos reservados que podía usar a discreción. Sin embargo, sólo tomó de este dinero -rindiendo cuentas con recibos- lo necesario para alquilar un departamento en la Capital Federal en el que mantenía frecuentes reuniones en total privacidad con el representante de Juan Domingo Perón, entonces exiliado en Madrid, Jorge Daniel Paladino.
Ya cumplida su función, vuelve a su vida diaria sin haber usado su cargo para especular o buscar beneficios económicos. Un atentado pone fin de manera atroz e inexplicable a la vida de este hombre que había privilegiado el diálogo entre argentinos para buscar soluciones a los problemas del país.
En la última presidencia de Carlos Menem, muchos acuerdos entre Gobierno y oposición se lograron gracias al diálogo que en forma directa impulsaba quien estaba a cargo de la cartera política: Carlos Corach. A pesar de muchas expresiones públicas por parte de quienes se iban y quienes llegaban al poder, de ambos lados se privilegiaron las charlas en búsqueda de coincidencias, motorizadas en gran medida por el entonces ministro del Interior y hoy senador justicialista.
4. La foto que falta
 
Las puertas de la Casa Rosada no se abrieron después de las elecciones de abril de 2003 y octubre de 2007 para recibir como tal a ningún candidato derrotado en la elección presidencial del 27 de abril de 2003; menos a quien, triunfando en la primera vuelta, resignara participar en el ballotage ante una segura derrota. Por el contrario, los agravios cruzaron el aire, con repercusión en los medios pero sin lograr nada positivo.
Sin embargo, existen riesgos en apariencia impensados para algunos. En cualquier momento una amenaza externa, un problema producto de la globalización o de la actitud del Gobierno hacia los acreedores de la deuda, organismos internacionales o empresas que se consideren estafadas por cambiantes reglas de juego puede hacer imprescindible un llamado a la cohesión de los argentinos.
Es necesario prever esta posibilidad, buscando el diálogo entre quienes, a pesar de pensar distinto, son ciudadanos de la misma nación y buscan su bien.
5. Saber hablar y escuchar, una actitud democrática
 
Por ello el diálogo entre gobierno y oposición no debe esperar. Es uno de temas más urgentes para el bien del país y los argentinos.
Un ámbito de diálogo es el Congreso, donde diputados y senadores tienen la oportunidad de encontrar puntos comunes que en caso de dificultad para la aprobación de leyes destraben ese tratamiento.
El Congreso de la Nación,
ámbito natural de diálogo político

El partido político al que pertenece el Poder Ejecutivo puede o no tener mayoría en una o ambas Cámaras del Poder Legislativo. Empero, la diversidad no puede dificultar la gobernabilidad. Esta es una responsabilidad compartida por oficialismo y oposición.

Todo camino para el bien de la Nación comienza por la reconciliación. Esto se ha dado en países destrozados en vidas y bienes por guerras internas, y a los que muchos de nuestros compatriotas miran con envidia, confesando su deseo de vivir en ellos para encontrar prosperidad.
Quizás dando ese primer paso se solucionarían muchos problemas, al tomar éstos su justa dimensión.
Así, los argentinos comprenderemos que no hay que ir a tierras extrañas a buscar un futuro que podemos construir en este país y entre nosotros mismos, a partir de acuerdos básicos de convivencia entre todos los sectores políticos que quieren defender la democracia.
Son necesarias políticas de Estado que lleven al diálogo entre las fuerzas políticas. Al respecto, en 2009 los políticois Eduardo Duhalde (Partido Justicialista) y Rodolfo Terragno (Unión Cívica Radical) propusieron un acuerdo para que estas políticas sean establecidas y respetadas, tal cual ocurre en países como Chile, Uruguay y España, al margen de quien triunfe en las elecciones para elegir un nuevo Gobierno.
Si observamos, pasado el tiempo, las sucesivas administraciones que siguieron a la de Néstor Kirchner (2003-2007) podemos ver, observando su capacidad de diálogo con otros sectores políticos, si la democracia argentina llega con el tiempo a una etapa de madurez, como en otros países, por ejemplo España y Chile, o el país sigue sometido a caprichos de gobernantes alejados de la madurez democrática. Alberto Auné

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